La participación ciudadana ha hecho una escalada de posiciones dentro de las prioridades de los gobiernos municipales desde mayo de 2015. No es casualidad esta tendencia después de 7 años de fuertes movilizaciones y profundas demandas sociales de democracia real a todos los niveles. La oleada de los ayuntamientos del cambio ha abierto y marcado la agenda de la mayor parte de la política municipal y el caso de Terrassa es un claro ejemplo.
